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JUGAR A ESCRIBIR, Antonio Albertus Morales

JUGAR A ESCRIBIR, Antonio Albertus Morales

Apenas unas palabras para presentaros el cuento de Andrea Ballester, alumna de 4º de ESO del IES Poeta Julián Andúgar, de Santomera.

Como cada año, el Departamento de Lengua y Literatura programa los libros que han de ser leídos y comentados a lo largo del curso - ¡qué gusto hablar de ellos oralmente, con las mesas alrededor, formando un círculo para vernos todos las caras, despojados de tensión y prestos a decir qué pensamos de la historia que hemos leído!-. En el tercer trimestre, hemos trabajado Cinco cuentos sobre Velázquez, de la editorial Oxford. Cada uno de ellos está escrito por un autor de reconocido prestigio dentro del mundo de la literatura juvenil: Eliacer Cansino, Joan Manuel Gisbert, Xosé A. Neira Cruz, Daniel Nesquens y Xabier P. Docampo. Los cuentos son diferentes, aunque con el nexo común de que todos debían estar basados en algún cuadro del pintor sevillano. ¡Pintura y literatura! ¡Literatura y pintura! (Ut pictura poiesis, “lema” de Horacio). Más cerca en el tiempo y en el corazón, mi amigo, el catedrático de Universidad Pedro Guerrero Ruiz, no hubiera tardado en mencionar una palabra clave - ¡como fea en su fonética!- en este asunto, ékfrasis, para significar la interrelación semiótica entre pintura y literatura. Sea como fuere, los cuadros inspiraban historias. “Palabras como figuras o grafías con color”. Escritura creativa en el aula. Los modelos estaban hechos y los alumnos, presentes. Faltaba el reto. Impuesto, es cierto, al principio.

¿Seríais capaces vosotros de hacer algo parecido?

¿Basándonos en un cuadro de Velázquez?

Y la imposición inicial fue dejando paso a la negociación, mientras yo los veía merodear alrededor del cebo.

No. ¡Qué va! Velázquez reduciría mucho vuestro ámbito. Coged –“de vuestra alegre primavera…, (nunca como ahora tan significativa la cita del clásico)– el artista o la creación que queráis. Es más: no tiene que ser solamente el mundo de la pintura; vale la escultura o la arquitectura.

Ah, bueno. Entonces, ¿podemos “coger” lo que queramos?

- Por supuesto.

 (¡Ya eran míos!).

Y pasó el tiempo. Hubo recorridos intertextuales e interdisciplinares. Y fueron enviándome sus creaciones, que no eran más que reinterpretaciones cercanas del modelo -a veces, pura “casualidad” con el mismo- a mi bandeja de entrada del correo. Y esas mismas palomas mensajeras les eran devueltas con las comas necesarias, sanadas algunas palabras, corregidos giros…, en fin, que con ese juego de escritura creativa, algo hacíamos todos para que, además, la correcta expresión fuera mejorando.

Un día llegó “El infierno es demasiado dulce”, el cuento de ANDREA BALLESTER LÓPEZ, con la imagen del cuadro de Goya, "Saturno devorando a un hijo". Y un día empezó la clase con la lectura que la autora hizo a sus compañeros de su obra. Hubo un silencio tan creativo, que sentí en las caras de mis pupilos el placer de escuchar historias. Al acabar, sonaron unos aplausos “muy verdaderos”, tanto, que ya solo tuve palabras de agradecimiento para la autora y para su público. Después, la clase…¡qué importaba ya lo demás!

Os dejo, también a vosotros, con Goya, “pintado” por Andrea.  

EL INFIERNO ES DEMASIADO DULCE

Eran las siete. Sonó el despertador. Me levanté torpemente de la cama, mientras mi madre me llamaba para que fuese a desayunar.

-¡Vamos, Diego, vas a llegar tarde!- gritó mi madre desde la cocina.

-Ya lo sé mamá, no te preocupes- le contesté desde mi habitación-. Aún me trata como si fuese un niño; creo que me cuida demasiado- dije en voz baja, mientras me dirigía a la cocina.

Una vez allí, cogí el vaso de leche y me lo bebí rápidamente. Di un beso a mi madre y cogí el casco de la moto que estaba sobre la mesa. Todas las mañanas me voy en moto al instituto, ya que está algo alejado de mi casa. Antes vivía muy cerca de él, con mi madre y mi padre en una bonita casa. Claro que eso fue hace tres años y, desde entonces, han pasado muchas cosas. Ahora vivo con mi madre, en un pequeño piso, aunque en el fondo no está tan mal. El instituto está muy cerca de mi antigua casa, en lo que antes era y aún sigo considerándolo como mi pueblo, además de que tengo a todos mis amigos allí. Cuando llegué, aparqué la moto en la puerta y, mientras me quitaba el casco, vi acercarse a mi mejor amigo, Espinete. Así es como lo llamamos todos, ya que su nombre es Pablo Espín. Además, sirve su apariencia: botas altas con cordoneras, pantalones rotos, chupa de cuero y, cómo no, una cresta punk, que le concede lo de ese curioso mote: por el pelo de punta hacia arriba. Espinete es mi mejor amigo. Se podría decir que es como un hermano para mí, ya que yo soy hijo único y siempre he echado en falta eso. Él tiene varios hermanos, todos mayores, excepto una hermana, que es menor que nosotros un año. Su hermana se llama Vicky y también es amiga mía. Vicky siempre está dibujando o pintando. Todo lo que esté relacionado con el mundo de la pintura le encanta, además de la fotografía.

-¡Eeee, JD! ¿Cómo te va, tío?

Sí, así es como me llaman, ya que mi nombre completo es Juan Diego.

-Pues “na”, aquí estoy, muerto de sueño. ¿Y tu hermana? ¿Es que no viene contigo o qué?

-Sí, ahora vendrá. Estaba cerrando con llave. Es que anoche también se acostó. Ya sabes: quiere terminarte el cuadro lo antes posible.

-¡Qué mujer! Si le dije yo que no hacía falta que lo terminase enseguida.

-Ya, pero como sabe que ese cuadro te gusta tanto, pues…

-Bueno, como quiera… Anda, mira, por allí llega.

-¡Hola, chicos! ¿Pero qué hacéis aún aquí? Será mejor que entremos antes de que nos cierren las puertas.

-Te estábamos esperando, hermanita. Si es que no puede ser… - la saludó Espinete.

-Ya, bueno… ¿Qué? ¿Cómo llevas mi cuadro?- dije con una leve sonrisa.

-Pues ya lo he terminado; justo cuando te dije. Es que como ya queda muy poco para el final de curso, quería dártelo antes. Esta tarde pasa por mi casa y te lo entrego.

-Sí, y, ya de paso, ¡nos echamos una partida a la Play! – apuntó mi amigo.

-No puedo, tío. Tengo que estudiar para el examen de mañana. Recogeré el cuadro y me iré.

-Pero, dime, JD, ¿porqué tienes tanto interés por el cuadro ese del tío caníbal?- dijo Espinete con cara burlona.

-No es “ese tío caníbal”, es Cronos, también conocido como Saturno, el dios del Tiempo, una famosa pintura de Goya a la que yo he copiado y dado mi toque personal   – le corrigió Vicky.

-¡Exacto!- dije yo, aunque apenas se oyó, pues estaba sonando el timbre al mismo tiempo, señal inequívoca de que ya era la hora de empezar las clases.

-Bueno, nos vemos en el recreo, pequeña ¡Vamos JD!

A primera hora teníamos matemáticas, un rollo. Casi me duermo en clase, claro que Espinete ya lo estaba haciendo y yo, por lo menos, intentaba disimularlo. La siguiente hora tocaba biología. A mí me gusta bastante, por lo que se hizo algo más llevadera; y, a tercera, dimos lengua. Estuvimos toda la clase analizando frases, aunque mejor eso que matemáticas. Vlvió a pitar para el recreo. Espinete y yo salimos flechados con el bocadillo. Queríamos coger sitio en el banco en el que nos solemos poner. Cuando llegamos, estaba Vicky, con su libreta de dibujo, por supuesto.

-Ya estamos aquí, Vicky.

-Amm, vale.

-¿Te quieres dejar eso ya?

-Déjala. Tampoco hace nada malo- le contesté a Espinete.

-Ya, pero es que en mi casa siempre está igual… Bueno, ¿al final me vais a contar por qué el dios ese se comió a su hijo o no?

-Bien, ya que ella está ocupada, te lo contaré yo...

Urano era el padre de Saturno, este del cuadro. Tenía muchos hijos y obligaba a su mujer a esconderlos en su vientre o algo así. Entonces, ella estaba harta y mandó a uno de ellos, Saturno, que castrara a su propio padre con una especie de hoz, para que no tuviera más hijos y le hiciera esconderlos. Después de hacerle eso a su padre, le quitó el trono. Entonces, cuando Saturno empezó a tener hijos, como no quería que le hicieran lo mismo que le hizo él a su padre, cada vez que su mujer tenía un hijo, él se lo comía.

-¡Joer, qué exageración! ¿Y se los comió a todos y ya está?

-Sigo con la historia, si no te importa…

Entonces, cuando nació su sexto hijo, Zeus, su madre lo protegió y lo escondió. En vez de darle a Saturno el bebé, le dio unas piedras envueltas en telas y este se las comió, pensando que era su hijo. Cuando Zeus creció, preparó una bebida que le hizo vomitar a todos sus hermanos mayores junto con las piedras. Más tarde, él y sus cinco hermanos ganaron una guerra y desterraron a los Titanes, por lo que Zeus pasó a ser el jefe supremo de los dioses.

-¡Exacto!- dijo Vicky levantando la cabeza de su cuaderno-. Una historia muy interesante. ¡Yo ya la conocía! Tenía que estar documentada para poder pintar el cuadro, ¿no?

-Y dime, JD, ¿Por qué te gusta tanto el cuadro?

-Pues, aparte de porque es una magnífica pintura de Goya y tiene una gran historia, me siento un poco identificado con el cuadro.

-¿Cómo?- dijeron Espinete y Vicky al mismo tiempo, con cara de asombro.

-Sí, bueno, como ya sabéis mis padres se separaron hace tres años y yo decidí irme a vivir con mi madre. Mi madre siempre me ha estado protegiendo. No es que mi padre fuera malo conmigo, pero sí con ella. ¡Mi madre no quería que me hiciese nada malo a mí! Mi padre siempre ha sido un hombre distante, serio y con las ideas muy claras. No hay nada de malo en eso, pero, claro que, si pegas a las mujeres, ni eres hombre ni eres nada. Creo que él me tenía más miedo a mí que yo a él. Supongo que sabría que algún día me rebelaría y él acabaría perdiendo. Soy como Zeus, que da una lección a su padre y consigue llegar a lo más alto. Nadie hace daño a mi madre, nadie.

-¡Qué razón llevas JD… ¿Y desde entonces no has vuelto a verle?

-Ni le he vuelto a ver, ni lo voy a hacer…

Sonó el timbre y cada uno volvió a su clase. Por fin, tras ese día, empezarían las esperadas vacaciones de verano.

*He elegido este título, porque, además de ser el título de una canción de Eskorbuto, es lo que me recuerda al ver este cuadro, como un infierno, donde hay dolor y sufrimiento, pero, al mismo tiempo, arrepentimiento y pena, al estar devorando a un hijo suyo por miedo a ser destronado.

 

 

2 comentarios

Patricia -

Ooohhhh.... qué bonito es todo lo que escribe este señor, lo que publica en revistas y también aquello que nunca se guarda en las miles de oportunidades que se le presentan de hacerlo!

Perico -

Veo y admiro lo que ya está dando de sí este blog de escritura creativa. Andrea, enhorabuena. Soy un buen amigo de tu gran profesor de literatura que cada día está más inspirado y más ilusionado con lo que le estáis dando…

¡Vuestra fuerza creadora!

Si ves a ese profesor creador le das un abrazo de mi parte.