Una mirada cercana a los tópicos clásicos (I)
Recordemos dos poemas breves de tres poetas contemporáneos en los que, con estilos diferentes y afán de claridad en su expresión, se recrean los tópicos clásicos "tempus fugit" y "carpe diem", de Horacio, o su otra versión "collige, virgo, rosas", de Ausonio.
En el siguiente tanka, Manuel Lara Cantizani nos aproxima al primero de los tópicos recurriendo a la imagen del crisantemo, que, por efecto añadido del olvido del regador, se ha deteriorado hasta tal extremo, que se ha convertido en espanto no de pájaros sino de las mismas macetas. El deterioro de aquella flor símbolo de la longevidad acentúa el paso inexcusable del tiempo y su poder destructivo. El espantapájaros de macetas no es sino una imagen burlesca presente de aquello que, en el pasado, fue bello y poderoso.
UN PATIO ENFERMO
El regador.
Esto fue un crisantemo.
Espantapájaros
de macetas. Olvidos
y fantasmas brotando.
Y, continuando con la tradición formal oriental, Juan Ramón Barat, siempre con un estilo sencillo y el gusto por un lenguaje preciso y cuidado, que destila belleza por todos sus versos, nos invita, en el siguiente tanka, al disfrute vehemente de la belleza:
Toma la rosa.
Estrújala sin miedo
contra la noche.
Y no cierres los ojos
cuando su luz estalle.
Esta vez, con un matiz irónico y un registro coloquial, Luis Alberto de Cuenca nos ofrece, en el siguiente poema, una nueva recreación del tópico clásico, de la brevedad de la rosa, a través del modelo del poeta latino Ausonio. Las expresiones coloquiales reubican el poema en un espacio que nos puede parecer próximo, al tiempo que, junto a la novedosa acumulación de imperativos, se intensifica la exhortación al goce placentero de la vida.
COLLIGE, VIRGO, ROSAS
Niña, arranca las rosas, no esperes a mañana.
Córtalas a destajo, desaforadamente,
sin pararte a pensar si son malas o buenas.
Que no quede ni una. Púlete los rosales
que encuentres a tu paso y deja las espinas
para tus compañeras de colegio. Disfruta
de la luz y del oro mientras puedas y rinde
tu belleza a ese dios rechoncho y melancólico
que va por los jardines instilando veneno.
Goza labios y lengua, machácate de gusto
con quien se deje y no permitas que el otoño
te pille con la piel reseca y sin un hombre
(por lo menos) comiéndote las hechuras del alma.
Y que la negra muerte te quite lo bailado.
Emilia Morote Peñalver
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